21 mayo, 2021

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Influencia del consumo de grasa en la microbiota intestinal

Dr. Vicente M. Gómez-López, Cátedra Alimentos para la Salud


La grasa es un componente fundamental de nuestra dieta que debe consumirse diariamente siempre tomando en cuenta tanto su cantidad como su composición. Es ampliamente conocido que el consumo de grasas insaturadas en lugar de las saturadas es beneficioso para la salud. Por otro lado, uno de los más novedosos y excitantes campos de investigación en la actualidad es el del estudio de la microbiota intestinal y sus efectos sobre la salud en general, incluyendo la salud mental. Estos hechos llevan a plantearse varias preguntas. Por ejemplo, ¿es el consumo de grasas beneficioso o perjudicial para nuestra microbiota intestinal? ¿Los efectos beneficiosos del consumo de grasas insaturadas lo son también para nuestra microbiota intestinal? O, por el contrario, ¿es el consumo de ácidos grasos insaturados perjudicial para nuestra microbiota? ¿Debemos hacer un balance de su consumo entre sus efectos beneficiosos y sus posibles efectos perjudiciales sobre la microbiota intestinal?

Los científicos están activamente trabajando para responder a estas preguntas y poco a poco van desvelando diferentes claves para responderlas. En efecto, han observado que la microbiota intestinal puede ser radicalmente modulada por el consumo de lípidos incluso en direcciones opuestas dependiendo del tipo de grasa (saturada, moinsaturada o poliinsaturada).

Los ácidos grasos saturados (AGS) predominan en los alimentos de origen animal, aunque también se encuentran en grandes cantidades en algunos alimentos de origen vegetal como los aceites de coco, palma y palmiste. Un ejemplo de ácido graso monoinsaturado es el ácido oleico, principal componente del aceite de oliva. Por último, los ácidos grasos poliinsaturados se encuentran fundamentalmente en los pescados y en los alimentos de origen vegetal, siendo especialmente relevantes para la salud los de la familia omega-3 y omega-6.

La actividad más importante de la microbiota intestinal es la producción de ácidos grasos de cadena corta (acetato, propionato y butirato) como consecuencia de su actividad fermentativa. La presencia de estos compuestos contribuye a promover la salud y prevenir enfermedades. Algunos de los efectos fisiológicos de los ácidos grasos de cadena corta son la mejora del sistema inmune, reducción de la inflamación, aumento de la saciedad o reducción de la síntesis de colesterol.

Por tanto, una microbiota intestinal desequilibrada afecta directamente a la salud del huésped.

Diversos estudios indican que una dieta alta en grasas y rica en ácidos grasos saturados puede tener efectos desfavorables sobre la microbiota intestinal ocasionando una menor riqueza y diversidad de microorganismos lo que se asocia generalmente con un estado metabólico no saludable. Por ejemplo, se ha demostrado que un alto contenido de grasas en la dieta reduce la presencia de Akkermansia muciniphila y Lactobacillus, bacterias que están asociadas con un metabolismo saludable. Así, se ha encontrado una abundancia menor de Akkermansia en individuos con enfermedad inflamatoria intestinal, colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn, mostrando una clara relación con la inmunidad intestinal. También en individuos que presentan hipercolesterolemia o niveles altos de glucosa en sangre, la abundancia de Akkermansia muciniphila en la microbiota intestinal es menor.

Por otro lado, los ácidos grasos monoinsaturados pueden afectar negativamente a la microbiota intestinal en términos del número de microorganismos, mientras que dietas ricas en ácidos grasos poliinsaturados no parecen afectarla ni modificar sus efectos sobre la salud metabólica. No obstante, se debe tener en cuenta que, en el marco de una dieta variada, se ingieren alimentos que contienen diferentes tipos de ácidos grasos y otros compuestos produciendo cada uno un impacto diferente en la microbiota intestinal. Así, la ingesta de aceite de oliva virgen, mayoritariamente rico en ácido oleico, se ha asociado a la promoción de la salud intestinal, incrementando la abundancia de Lactobacilos y Bifidobacterias.

En este contexto también se ha observado que las nueces y otras fuentes de grasas vegetales, que aparte de grasas también contienen fitoquímicos, parecen ejercer un efecto favorable sobre bacterias tales como Bifidobacterium, Roseburia, y Faecilibacterium, las cuales han sido asociadas con efectos beneficiosos para la salud.

La dieta mediterránea se asocia con una mayor diversidad bacteriana en la microbiota y una mayor presencia de bacterias productoras de butirato, compuesto que ha sido identificado como potencialmente beneficioso a la salud humana por favorecer el incremento de la microbiota intestinal, aumentar la glucogénesis y reducir la inflamación intestinal, entre otros.

Así pues, en este activo campo de investigación, los resultados apuntan a hacer pensar que la sustitución de ácidos grasos saturados por ácidos grasos poliinsaturados, tradicionalmente recomendada para beneficiar la salud cardiovascular, también parece ser beneficiosa para el mantenimiento de una microbiota saludable, no tanto porque los ácidos grasos poliinsaturados de por sí la favorezcan sino como reemplazo para evitar los efectos perjudiciales que sobre ella tienen los ácidos grasos saturados.

Bibliografía

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