1 octubre, 2021

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Acné vulgaris y probióticos. Su relación con la microbiota

El acné vulgaris es una de las afecciones más comunes en adolescentes y adultos jóvenes, y se estima que su prevalencia es del 9,4 % a nivel mundial. Se trata de una enfermedad inflamatoria crónica de la piel, con importantes consecuencias sobre la calidad de vida de los afectados, que disminuye con la edad, a partir de los 30 años.

En la patogenia del acné se describen cuatro factores causales fundamentales, la producción excesiva de sebo, hiperqueratinización de los folículos pilosebáceos, mecanismos inflamatorios e hiperproliferación de la bacteria Cutibacterium acnes, conocida anteriormente como Propionibacterium acnes. En base a esto, estudios experimentales han demostrado la relación entre diversos factores estresantes fisiológicos y psicológicos, con la alteración del microbioma cutáneo e intestinal. Se ha postulado que parte del desarrollo de numerosas enfermedades en la piel, como el acné vulgaris, la dermatitis atópica o la psoriasis entre otras, tiene un mecanismo gastrointestinal. La barrera intestinal y cutánea comparten una gran cantidad de características, es el eje intestino-piel, lo que sugiere el uso de los probióticos orales. Ambos órganos se encuentran muy inervados y vascularizados, ya que son esenciales para la función inmunitaria y neuroendocrina. Por tanto, la disbiosis del microbioma está fuertemente asociada a una alteración de la respuesta inmune que favorece la aparición de estas enfermedades.  Además, un estudio realizado con más de 13.000 adolescentes mostró una mayor probabilidad de experimentar síntomas gastrointestinales como estreñimiento, halitosis y reflujo gástrico en aquellos que presentaban acné. La distensión abdominal tenía un 37% más de probabilidades de estar asociada con el acné vulgaris y otras enfermedades seborreicas.

Las lesiones producidas por acné se relacionan con la presencia abundante de C. acnes, como bacteria comensal de la piel. En esta línea, algunos estudios muestran efectos inhibidores de bacterias probióticas sobre el crecimiento excesivo de C. acnes (p.ej. la fermentación de glicerol por Staphylococcus epidemidis) e inmunomoduladores sobre los queratinocitos y células epiteliales (inhibiendo la citosina IL-8), también, efectos mediados por proteínas y sustancias inhibidoras similares a las bacteriocinas.

La dieta ejerce un papel fundamental para el mantenimiento del acné vulgaris. En 2018, un estudio determinó que los pacientes con acné vulgaris poseen una diversidad del microbioma intestinal distinta. Determinaron que había una disminución en la abundancia de Firmicutes y un aumento en la de Bacteroides, además los taxones más reducidos en número fueron los pertenecientes al género de Clostridium, Clostridiales, Lachnospiraceae y Ruminococcaceae. Se ha demostrado que la ingesta diaria de Lactobacillus bulgaricus y L. acidophilus alivia los síntomas del acné al inhibir la producción de citocinas proinflamatorias. Desde el año 1930, se encuentran referencias al uso mediante cultivos de L. acidophilus. Resultados recientes obtenidos en la investigación del uso de probióticos en enfermedades como la dermatitis atópica, el acné, el eccema, las alergias, el envejecimiento de la piel o las infecciones bacterianas y fúngicas, han potenciado su aplicación. De hecho, en un estudio realizado con 56 pacientes con acné se demostró el resultado favorable a la administración de una bebida de leche fermentada y suplementada con probióticos (L. bulgaricus y Streptococcus thermophilus). Para ello, los investigadores administraron adicionalmente a uno de los grupos la misma bebida, pero con lactoferrina (proteína antiinflamatoria de la leche). Aunque el grupo que tomó la bebida fermentada con probióticos y lactoferrina fue más eficaz en la reducción de las lesiones del acné, ambos grupos mejoraron el aspecto clínico del acné y el número de lesiones asociadas a una reducción significativa de sebo.

En conclusión, la conexión existente entre la microbiota intestinal y cutánea, así como la fluctuación de la composición del microbioma de la piel, pueden inducir, en casos de disbiosis, a la aparición de enfermedades como el acné. Por tanto, en consonancia con los resultados publicados de numerosas investigaciones científicas, la ingesta de probióticos orales como terapia adyuvante podría jugar un papel fundamental en la prevención, tratamiento, evolución y pronóstico del acné vulgaris.

 

Dra. Mª Salud Abellán Ruiz.

Profesora. Facultad de Ciencias de la Salud.

Universidad Católica de Murcia (UCAM)

 


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