1 diciembre, 2020

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Los probióticos y la salud músculoesquelética

Fernando Cánovas García, PhD, Profesor Facultad de Ciencias de la Salud en UCAM


Cada vez existen más evidencias de que la microbiota humana puede ejercer efectos en sitios bastante distantes de los nichos en los que residen. Por ejemplo, la composición del microbioma y sus implicaciones funcionales también se asocian a la prevención de pérdida ósea, reduciendo con ello el riesgo de fracturas. De manera más general, el microbioma intestinal parece contribuir significativamente a la salud musculoesquelética. La microbiota oral está involucrada en la patogenia de la artritis, y los trabajos científicos más recientes muestran que se producen alteraciones sustanciales en la microbiota intestinal y oral en aquellos pacientes que tienen procesos artríticos como la artritis reumatoide y la osteoartritis.

Estas alteraciones articulares se asemejan a las establecidas en otras condiciones inflamatorias como la enfermedad inflamatoria intestinal, espondiloartritis y psoriasis. Una disminución de la diversidad microbiana podría ser una de las causas de las alteraciones en las propiedades inmunorreguladoras asociadas a ellas, jugando un papel importante en la etiopatogenia de las mismas. Acorde a los datos más recientes recogidos en la literatura científica, existe un complejo vínculo entrelazado entre intestino-articulación-cerebro y el sistema inmunológico. La explicación del papel de la microbiota en la salud de los huesos y las articulaciones podría deberse a diferentes mecanismos y factores. El microbioma intestinal es de hecho una fuente de varias vitaminas clave, como la cobalamina (B12), la biotina (B7), el ácido fólico, la tiamina (B1), el fosfato de piridoxal, el ácido pantoténico (B5), la niacina (B3), la vitamina K, o el tetrahidrofolato, todos ellos de paticular importancia para el mantenimiento de la salud del sistema musculoesquelético. La disbiosis puede entonces conectarse con la inflamación de las articulaciones debido a un mecanismo de aumento de la permeabilidad de la capa de células epiteliales intestinales, así como una mayor exposición a productos microbianos.

Por ese motivo, el uso de modificadores del microbioma, como los probióticos, se presenta como una solución terapeútica en estos casos. El término probiótico fue introducido por Lilly y Stillwell en 1965. Aunque fue Elie Metchnikoff, inmunólogo ruso y premio Nobel de Medicina, quien primero describió los efectos beneficiosos hace más de un siglo, relacionando el consumo regular de yogur con el retraso del proceso de envejecimiento. Desde entonces, una gran cantidad de estudios han demostrado los efectos beneficiosos que proporciona la suplementación con probióticos en trastornos gastrointestinales, incluyendo la inducción de respuestas antiinflamatorias y antioxidantes. Sin embargo, estos efectos beneficiosos no se limitan únicamente al intestino, sino que también pueden mostrarse en sítios y órganos más distantes como las articulaciones. Varios estudios de investigación han recogido estos efectos. Una administración de Lactobacillus casei  (una cápsula diaria que contenía un mínimo de 108 unidades formadoras de colonias, UFC) durante un periodo de 3 meses, produjo una reducción significativa en el recuento de articulaciones inflamadas y sensibles, así como de la proteína C reactiva (un marcador inflamatorio), mejorando el estado de salud general de los pacientes tratados. Además, se encontró que un mayor número de pacientes que consumieron este probiótico mostraban una respuesta moderada al tratamiento con una reducción de los niveles séricos de citocinas inflamatorias. Aunque estos resultados deben tratarse con cautela debido al diseño del estudio, otros estudios piloto mostraron una reducción significativa del índice de actividad de la enfermedad anquilosante asociada a colitis ulcerosa tras un tratamiento con un régimen probiótico basado en L. acidophilus y L. salivarius. Más recientemente, un caso de un paciente con artritis idiopática juvenil grave mejoró significativamente su estado clínico después de varios meses de terapia únicamente con nutrición enteral, mostrando cambios significativos en su microbioma intestinal y en su metaboloma, entendido como el conjunto de metabolitos de un organismo.

Sin embargo, para comprender mejor el vínculo entre el intestino y las articulaciones, es importante tener en cuenta que varios factores ambientales como la dieta, el tabaquismo o el estrés también pueden influir tanto en la diversidad de la microbiota, como en el inicio y el resultado de enfermedades inflamatorias articulares. Por ejemplo, las diferencias en la microbiota intestinal entre poblaciones distantes geográficamente con estilos de vida diferentes, sugiere la relevancia de la dieta. En general, aquellas personas que asumen una dieta rica en proteínas animales, azúcares simples y grasas tienen una diversidad reducida de la microbiota intestinal con una prevalencia de Bacteroidetes spp. Una intervención dietética, el aceite de pescado o la reducción de la ingesta de proteínas animales, entre otras acciones, pueden modificar la diversidad bacteriana en el intestino, lo que conduce a una leve reducción de la inflamación articular.

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