Los ácidos grasos omega 3 son ácidos grasos polinsaturados que se encuentran en los alimentos en tres formas: ácido eicosapentaenoico (EPA), ácido docosahexaenoico (DHA) y alfa linolénico (ALA). Los ácidos grasos EPA y DHA se pueden encontrar en los aceites de pescados que viven, principalmente, en aguas frías como el salmón, atún, sardinas, entre otras variedades. En cuanto a la forma ALA, se puede encontrar en algunos aceites vegetales, chía, nueces, cacahuetes y aceitunas.

Los EPA, DHA y ALA son ácidos grasos esenciales, es decir, el organismo no los produce, por lo que se deben ingerir con la dieta. Debido a su amplia distribución en diferentes alimentos su consumo ha demostrado tener una amplia variedad de efectos beneficiosos. Entre los efectos más destacables se encuentran: mantener los niveles normales de colesterol en sangre y el funcionamiento normal del corazón. Además, contribuyen a mantener el funcionamiento normal del cerebro y al mantenimiento de la visión en condiciones normales.

Según La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) se recomiendan, al menos, 250 miligramos de ácidos grasos omega 3 al día; eso es lo que el organismo necesita para mantener la función cardíaca. Sin embargo, de acuerdo con ambas organizaciones, de dos a cuatro gramos de ácidos grasos omega 3 al día, es una cantidad óptima.

Los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) recomiendan diferentes cantidades de omega 3 según el grupo de edad. Esta recomendación siempre dentro del marco de una alimentación equilibrada y saludable; donde predominen frutas, verduras y hortalizas, los cereales refinados sean sustituidos por cereales integrales, se consuman de 2 a 4 raciones de lácteos al día, y se reduzca el consumo de alimentos ultra procesados, altos en azúcares añadidos y sal. Sin olvidarnos de realizar actividad física de manera diaria.

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